Entrevista a Claudio Garrot, integrante de la Asamblea de Chilecito, La Rioja |
“El corte es la única seguridad que tenemos hoy” Entrevista a Claudio Garrot, integrante de la Asamblea de Chilecito, La Rioja, en lucha contra la megaminería contaminante Esta entrevista fue realizada durante el desarrollo de la UAC en Tunuyán, Mendoza, los días 5,6 y 7 de dicembre de 2008. Mi nombre es Claudio, pertenezco a las Asambleas Ciudadanas Riojanas y en particular a la Asamblea de Ciudadanos por la Vida de Chilecito. ¿Cuándo comenzó la lucha en esa zona? La lucha comenzó en el departamento de Famatina, cuando la presencia de algunas camionetas de Minería de la provincia alertaron a la gente, que comenzó a preguntarse y a preocuparse por la presencia de estos personajes que habían comenzado a patrullar por el pueblo y subían a donde a comienzos del siglo hubo una explotación minera importante a cargo de empresas alemanas e inglesas, que representaba para nosotros la mayor estafa y saqueo de los que sufrió la Argentina. Estas camionetas empezaron a subir hacia ese lugar que es el proyecto de mina la Mexicana. La gente comenzó a informarse y a reunirse. En principio, comenzaron ocho personas, después se fueron sumando más y más. Comenzaron a buscar información por sus medios respecto a qué es una explotación minera a cielo abierto, qué tipo de técnicas se usan, qué sustancias químicas involucran este famoso método de lixiviación. Esta fue la primera palabra difícil que despertó la inquietud de la gente. El encontrarse todos alertados por la presencia de las camionetas, en realidad respondía a una preocupación de que tocaran el cerro. Y digo tocaran el cerro porque de ahí nació la frase que nos identifica. Ya los pueblos originarios decían que el cerro no había que tocarlo. Durante la amenaza a los pueblos diaguitas de la zona por el Inca que quería llevarse todo el oro y la plata de ese cerro, ya decían que el cerro no había que tocarlo porque se termina enojando y haciendo malo con ellos. A partir de allí es que comienza a manejarse entre todos esta frase que después se termina convirtiendo en un lema de la resistencia que es “El Famatina no se toca”. En ese momento, la gente comenzó a preocuparse porque sabían que esto se venía cada vez más grande y que la empresa que pretendía instalarse en el Famatina era una empresa que ya tenía antecedentes de contaminación en el mundo y de alguna manera eso significaba un peligro para las actividades que como pueblo realizábamos en ese momento y seguimos realizando. Siempre hemos sido agricultores, hemos vivido de la tierra. Dependemos de ese cerro no solamente por el agua, sino porque determina nuestro clima y permite que produzcamos los vinos que producimos y vendemos al mundo. El sólo pensar que ese cerro podía ser afectado en su estructura o que esas empresas podían usar toda el agua que iban a usar para realizar sus actividades significaba que se modificaba toda una estructura económica y una forma de vida del pueblo. Esta inquietud después se traslada a Chilecito, que es el departamento que está al lado de Famatina. Dijiste que hubo ocho personas originalmente que se inquietan con este tema y después te referiste a una convocatoria más masiva hacia el resto de la población, ¿cómo se logró esto en lo concreto? ¿cómo se involucra a más gente en la lucha? ¿cómo se inquieta a más gente frente a lo mismo que inquietaba a esos ocho primeros? Hay una característica muy particular que es de todos los pueblos del norte: cuando sucede algo que involucra al territorio, y sobre todo algo tan emblemático como ese cerro, la preocupación de algunos comienza a ser la preocupación de todos. En el documental “Cielo abierto”, Carolina, una de las integrantes de la Asamblea de Famatina, cuenta que se paró en la esquina de su casa y que le iba contando a la gente que pasaba por allí. Les decía que la empresa es canadiense, que usa cianuro, que va a contaminar el agua y a volar el cerro. Así comenzó a trasmitirse de boca en boca. ¿Cómo se sostiene el corte en Peñas Negras durante un año y ocho meses? Porque hay que sostenerlo tanto tiempo… Contamos la historia del corte. La estrategia del gobierno fue enviar camionetas de Minería para demostrar que nosotros mismos estamos haciendo uso y explotando nuestros recursos para beneficio nuestro. Cuando la gente toma conciencia, se da cuenta de que era la empresa la que estaba y como no había respuesta del gobierno a ninguno de los requerimientos de la gente, es cuando se suma Chilecito y cuando se decide no dejar pasar a la empresa, no dejar bajar a los que estaban arriba y no dejar pasar a los que venían. El corte es en un paraje donde no hay nada y allí estuvimos como pudimos. De hecho hay una anécdota que pinta la cuestión de una manera muy particular: nosotros estábamos de un lado del corte en un momento en que ya estaba la gendarmería y la policía allí y del otro lado había gente de Chilecito que estaba trabajando en una empresa de catering que era la que le suministraba la comida a la minera. Nosotros estábamos de un lado del camino, comiendo ocho de un solo plato un locro que había hecho la mamá de Jenny (Luján, una de las integrantes de la Asamblea de Famatina) y del otro lado, estaban ellos con sus platos términos comiendo toda la comida. Yo creo que mucha de esa gente está integrada hoy al movimiento. Creo que se dio el corte porque era lo único que nos quedaba. La gente siempre nos pregunta cómo hicimos para correr a Barrick Gold y si hacemos un paralelismo con el negocio de las bebidas gaseosas es como correr a la Coca Cola. Nosotros jamás nos preguntamos si Barrick era o no tan poderosa, lo único que queríamos es que se vaya de allí. Si hubiésemos intelectualizado demasiado la cuestión, no se si nos hubiéramos animado, pero surge así. En ese momento el que era intendente de Famatina, que participaba dentro de las asambleas, sabía que esto iba a ser para mucho tiempo y decide construir la garita, la casita que tenemos allí. El corte es la única seguridad que tenemos hoy. Nosotros teníamos una ley y ahora no la tenemos. El poder usó nuestra lucha, este descontento de la gente para posicionarse, remediaron las diferencias políticas del que era el vicegobernador con el gobernador, lo destituye, saca la ley y de la misma manera que la saca, la deroga. Con todas estas alternativas que manejábamos como respaldo para continuar y que hoy no tenemos, lo único concreto que tenemos es esto, la movilización social, la información, el trabajar con todos los sectores para fortalecer esto y el corte de ruta, que es la única garantía que tenemos de que la empresa no va a pasar, de que no se va a instalar y que no será solamente Barrick, tampoco será la Comisión Nacional de Energía Atómica para explotar uranio. Allí no van a pasar y sostenerlo cuesta. Tenemos turnos rotativos entre Famatina, Chilecito y las asambleas de Capital, que desde hace unos meses se comprometieron a sostener turnos durante los fines de semana. Ese lugar es como nuestra segunda casa. Nos contaban que es un lugar de encuentro, de compartir muchas cosas, donde se da la alegría y se da toda una cuestión sentimental. Uno puede tener un humor de mierda y cuando llega ahí, cambia todo. Pisar ese lugar, estar allí, sentir que vos estás de alguna manera ayudando a construir algo diferente a todo este orden caótico y corrupto, es fuerte. Creo que el sentido de pertenencia que se creó con ese lugar tiene que ver con esto. Allí compartimos, cocinamos, nos turnamos para dormir cuando nos quedamos de noche, es compartir. La empresa se fue… El corte comienza imposibilitando que bajen los que estaban y que suban los otros. Sabíamos que en algún momento se les iba a acabar el alimento, el gas, todo lo que tenían e iban a tener que bajar. Cuando bajan les decimos que se vayan y ellos tratan de negociar. Esta es una de las características de las transnacionales, ellos nunca confrontan con la gente, para ello tienen todo un séquito de obsecuentes, los funcionarios, los gobernantes, los legisladores, que son los que van a operar y los que sí van a confrontar. Cuando decidimos hacer el corte e imposibilitarles bajar y que subieran los insumos, sabíamos que llegaría la instancia en la que tenían que bajar y que significaría la derrota para ellos. En un momento bajamos a un pueblo que está cerca de donde hacemos el corte, supuestamente ellos querían dialogar y negociar con nosotros y deciden abandonar el proyecto hasta tanto nosotros no les diéramos lo que llaman licencia social, término del cual nosotros nos apropiamos. Una vez estábamos en un ámbito académico en Buenos Aires invitados para la proyección de la película y cuando hablamos de licencia social, el establisment académico se agarraba la cabeza y decía: ¿cómo pueden hablar de licencia social si es un término de las transnacionales? Lo que nosotros hicimos fue tomar esa palabra, reformularla y darle el sentido que nosotros consideramos que debía tener. Y en ese punto ya no pudieron negociar más porque la licencia social no la tienen. Y se fueron, el campamento quedó allí con todas las cosas. El corte se mantiene para evitar que vuelvan a subir porque la derogación de la ley es volver a un punto cero. Ahora hay un marco de legalidad que los favorece, los ilegales allí somos nosotros. ¿Tuvieron represiones? ¿Cómo se dio ese proceso, de comenzar la lucha respondiendo a una necesidad ambiental a darse este proceso de politización? Yo creo que todo proceso es político, todo proceso implica de alguna manera tener que definir un lugar desde el cual vos te vas a parar y vas a conceptualizar una realidad, la vas a empezar a describir y vas a comenzar a accionar para modificarla, para transformarla, eso es político. El proceso fue distinto en Famatina y en Chilecito. En Famatina hasta hace poco tiempo el tema era el cerro, que no tocaran el Famatina y nada más. En Chilecito la UAC nos sirvió mucho para poder dimensionar que esto tiene que ver con un modelo, no con un tema estrictamente de minería a cielo abierto o del Famatina y pudimos ver que hay un montón de cuestiones transversales que exigen que estemos movilizados y comprometidos con este espacio. No podemos estar defendiendo el medio ambiente sin pensar también en la soja transgénica, en los desmontes de los territorios de los pueblos originarios, que les arrancan su cultura y su vida. El proceso se fue dando y fue difícil. Se van a cumplir dos años del corte, ¿cómo sigue la historia? Sanagasta ya tiene una exploración de uranio allí. Ellos intentaron hacer un corte y no lo pudieron sostener. No creo que el corte sea la solución a esto. Si vos me preguntás, de aquí en más cómo nos pensamos, creo que nos pensamos en Peñas Negras resistiendo, estando allí, sosteniéndolo como un emblema, con mucho peso simbólico. Nosotros podemos establecer un plan de lucha, con acciones a corto y largo plazo. ¿Cuándo se produce la articulación de las asambleas de la provincia? Cuando La Rioja Capital empieza a movilizarse ante la amenaza del uranio, hace aproximadamente 6 u 8 meses atrás. ¿Cómo se dio el proceso de articulación entre las asambleas cuando fueron bloqueando el paso a los camiones de La Alumbrera? Cuando vamos a participar a la UAC de Capilla del Monte. Cuando recién comienza a formarse la Asamblea de Chilecito, una de las cosas que habíamos logrado es que el Concejo Deliberante sancionara una ordenanza prohibiendo el transporte de camiones que lleven sustancias tóxicas por el ámbito del departamento. Sabíamos que esta podía ser una ruta por la cual transportar insumos hacia La Alumbrera o hacia algún otro proyecto. Como toda ordenanza que tenga que ver con estas cuestiones, el municipio no la operativizó ni la instrumentó, entonces no hay quien haga el control y cada vez que aparecía un camión nosotros salíamos con la ordenanza en mano, parábamos los camiones y los volvíamos. En una UAC nosotros contamos esto como chiste porque nadie lo podía creer. En las otras provincias que mencionaste, ¿también hay ordenanzas similares? Hay algunas en las que sí y otras en las que no, tiene que ver con los departamentos. Hay una facultad que tienen las provincias y los municipios de adherir o no a las leyes nacionales y hay provincias que no han adherido. La nuestra no adhirió. Hay municipios que no han adherido a algunas disposiciones provinciales, entonces tienen este aval. Estuvo bueno como una acción política en la cual pudimos sacarle a estos concejales algo que nosotros queríamos, pero no fue un logro porque cada vez que aparece un camión tenemos que salir nosotros a pararlo ya que no hay ningún puesto que los controle. De la misma manera, cuando aparece un camión de esos que tienen una cuadra de largo les mostramos sólo el número de la ordenanza nada más, porque abajo dice que es para sustancias tóxicas nada más, no camiones. Logramos y apelamos a la ordenanza pero por acá no va a pasar nada relacionado con la explotación minera. ¿Cómo están viendo ustedes el proceso de la UAC y qué desafíos creen que enfrenta ese espacio más general? Para nosotros UAC es un espacio muy importante. Ser anfitriones de UAC nos permitió hacer el proceso de abrirnos a la posibilidad de tener otras miradas respecto de los distintos conflictos sociales y poder comprometernos, enredarnos y articular con todos ellos de otra manera. Creo que el proceso de construcción de la UAC no va a terminar nunca. Sí creo que hoy por hoy la instancia está en poner demasiada energía en determinar algunas características que tiene que ver con lo político y no con la acción misma. Nosotros consideramos que no hay nada que te fortalezca más políticamente que la acción misma. Está bueno que podamos discutir un basamento y decir quiénes somos, cómo vamos a trabajar, de qué manera nos vamos a posicionar socialmente como UAC, pero creo que hay demasiado trabajo puesto en eso y no en las acciones concretas. No hay nada que te fortalezca más que la acción con un buen resultado. Hoy, en medio de la charla de la comisión donde estábamos, se habló mucho del ayuno que se hizo en Buenos Aires y de lo difícil que fue hacerlo. Hacer ese ayuno no tendría que haber sido difícil. Cuando hablamos de eso es porque tal vez, en el proceso de discutirlo, no se operativizó la acción puntual. Si la acción hubiese sido diez veces más fuerte de lo que fue, hoy por hoy la UAC tendría una visualización social y hasta mediática mucho más fuerte. Necesitamos sentirnos que estamos respaldados en esa cuestión, que somos UAC. Todavía estamos preguntándonos qué somos y ya somos algo. Cuando digo que el proceso de preguntarnos e ir construyendo va a continuar, tiene que ver con el encontrarnos y seguirnos preguntando pero nosotros ya tenemos que tener claro que somos UAC y eso lo tiene que saber la gente, el orden, el poder como tal. Tunuyán, Mendoza, 6 de diciembre de 2008 Entrevista realizada por Martín Vidal y Patricia Agosto |