Por Claudia Korol
EL Movimiento Sin Tierra de Brasil ha venido creciendo en los últimos años no sólo en fuerza, organización, dirección de masas, sino también en su predicamento latinoamericano e internacional. Con gran creatividad, han sabido vincular la experiencia mundial de lucha de los trabajadores de la ciudad y del campo con la búsqueda de propuestas originales para la transformación de la realidad en que viven. América Libre entrevistó a Joao Pedro Stédile, integrante de la dirección nacional del Movimiento Sin Tierra, quien expuso sus opiniones sobre las principales concepciones y propuestas que realizan a la sociedad brasileña y al movimiento popular latinoamericano.
¿Cuál es el origen del Movimiento Sin Tierra, cómo fueron sus comienzos y sus primeras acciones? El Movimiento Sin Tierra nació como un proceso social a fines de los años del ‘70 en los marcos de las luchas por la democratización del país. Acostumbramos decir que el Movimiento Sin Tierra nació como fruto de los siguientes factores: el aumento de los sin tierra como consecuencia de la modernización del capitalismo en el campo. El reinicio de las luchas democráticas contra la dictadura, que abrieron espacio para las tomas de tierras en el campo y el trabajo político organizativo de la pastoral de la tierra y de los sindicatos combativos. Con eso, entre los años ‘79 y ‘83 se multiplicaron las tomas de tierras en varias provincias del país. De la articulación de esas luchas, fundamos en 1984 el Movimiento a nivel nacional, ya con objetivos y propuestas de funcionamiento más claros. Así que sobre todo nacimos de las tomas de tierras.
¿Cómo es actualmente su organización a nivel de base, en el plano regional y nacional? Desde el principio del Movimiento fuimos acumulando experiencia organizativa y aplicando ciertos aprendizajes que hemos logrado realizar, por nuestra propia experiencia, por la experiencia de otros movimientos campesinos de Latinoamérica y por la experiencia histórica de la clase trabajadora. A esa experiencia llamamos principios organizativos, que desde entonces fuimos aplicando en la práctica cotidiana. Entre ellos destacaría:
- Siempre nos organizamos en comisiones, que pueden variar de 15 a 30 personas y que incluyen hombres, mujeres, jóvenes y adultos. No hay diferenciación. Esas comisiones existen en la base del movimiento, cuando en una comunidad se empiezan a organizar los sin tierra, y tratan de preparar una toma de tierras. Después se reproducen en los campamentos, en los asentamientos, y en los distintos sectores de actividades del movimiento. Así que todo funciona por comisiones. Ese mismo principio lo aplicamos a las instancias directivas. Así hay comisiones a nivel municipal, regional, estadual y la dirección nacional. Todas las decisiones son tomadas en forma colectiva. No hay una figura de presidente, tesorero o secretario. Hay funciones de trabajo, que la gente se distribuye.
- La lucha de masas. Concebimos que nuestra lucha y nuestras conquistas sólo avanzan con la lucha de masas.
- La disciplina. Procuramos implementar la disciplina del respeto al colectivo, del cumplimiento de nuestras tareas como un principio permanente de organización.
- La vinculación de los dirigentes en forma permanente a las bases. En términos de sectores de actividades dentro del movimiento, tenemos las secretarías operativas, que funcionan como una especie de secretaría general, luego tenemos el frente de masas, el sector de producción, el sector de educación, el sector de formación de cuadros, el sector de comunicación. Y en los estados, de acuerdo con el desarrollo del movimiento se pueden desarrollar otros sectores de actividades. Funcionan a nivel nacional solamente el sector de relaciones internacionales y el sector de derechos humanos, que cuida de los perseguidos políticos, de los juicios, y procesos judiciales.
¿Cuál es la propuesta de Reforma Agraria que realizan? ¿Cuál es la relación entre esa propuesta y las tomas de tierras que están haciendo actualmente? Nuestra propuesta de Reforma Agraria viene evolucionando permanentemente de acuerdo con el mayor conocimiento que tenemos de nuestra realidad agraria y de acuerdo con nuestra propia experiencia de lucha. Tenemos una propuesta que está consustanciada con lo que llamamos nuestro programa agrario. A principios del movimiento imaginábamos que bastaba luchar por tierra. Después de conquistar muchas haciendas en las tomas de tierra, percibimos que hacía falta el crédito, más tarde vimos otros necesidades y así fuimos avanzando.
Nuestra propuesta de Reforma Agraria es amplia, ya no corresponde a las ideas de Reforma Agraria de mediados del siglo. Porque el problema agrario en nuestras sociedades modernas no se resume en la concentración de la propiedad de la tierra. Por ejemplo el oligopolio del comercio agrícola y de la agroindustria forman parte hoy día del problema agrario de nuestras sociedades, y una Reforma Agraria necesita resolverlo. En resumen decimos que nuestra lucha es por superar tres cercas. La cerca del latifundio. Para eso tomamos las haciendas. La cerca del capital. Para eso necesitamos organizar la producción agrícola de otras maneras, desarrollando las cooperativas y sobre todo la agroindustria. Y la tercera cerca es la de la ignorancia. Por eso dedicamos todo el tiempo necesario para la democratización de la educación en el campo. Para que todos los campesinos se superen permanentemente. Quien sea analfabeto, que se alfabetice. Quien no tenga el primer grado, que lo termine. Quien tenga el primero completo, que haga el segundo grado, hasta que lleguemos a colocar a nuestros hijos en las Universidades. Nuestra lucha es bien amplia. Seguimos ocupando tierras, pero ocupamos también bancos, calles, y escuelas. Decimos que el pueblo tiene que organizarse y enfrentar de forma masiva todos los problemas que tiene.
¿Qué viabilidad existe para la propuesta de Reforma Agraria que están haciendo, en las condiciones concretas actuales del Brasil? Nuestra propuesta de Reforma Agraria es de largo plazo. Es nuestro ideal. Pero no nos quedamos esperando sentados. Desde luego, en todas las tareas cotidianas vamos luchando para implementarla. Sea en el enfrentamiento con el latifundio, sea organizando la producción de manera distinta, sea desarrollando nuestras agroindustrias y nuestro sector de educación. Y creemos que con esas luchas concretas vamos alterando la correlación de fuerzas para que un día tengamos un gobierno popular que logre ampliar la propuesta de Reforma Agraria que defendemos para todo el país y toda la sociedad. Por supuesto que hoy la correlación de fuerzas no nos es favorable, pero luchamos precisamente para alterarla.
¿Cómo analizan el desafío de creación de una alternativa revolucionaria para el Brasil? El pueblo brasileño viene hace muchos años construyendo un proyecto popular, que podríamos llamar revolucionario. Pero es un largo proceso social. Las alternativas populares ya están siendo gestadas hace años; aunque hemos sido derrotados en muchos momentos históricos en nuestras disputas con las élites. Pero seguimos adelante. El desafío es seguir luchando sin desanimarse.
¿Cuáles son los límites actuales de las diversas propuestas políticas de la izquierda brasilera? Consideramos que el principal desafío de la izquierda en Brasil, hoy en día, es cómo lograr unir la campaña electoral, la disputa del parlamento, de la Presidencia, con la discusión y la construcción de un proyecto popular de largo plazo. Algunas organizaciones partidarias han entrado en crisis ideológica precisamente porque dejaron de preocuparse por el proyecto de largo plazo. Pero creemos que hay en Brasil una gran motivación para retomar la discusión sobre la necesidad de ese proyecto.
¿Cómo analizan las posibilidades de que se presenten enfrentamientos más elevados con las fuerzas represivas en Brasil? La represión en el campo ya es histórica. Los latifundistas siempre defendieron sus privilegios con la fuerza. Eso no es nuevo, ni nos asusta. La posibilidad de que en algunas provincias las fuerzas represivas se pongan más duras, también es real. Pero todo es una situación de correlación de fuerzas. Nuestra preocupación y tarea es organizar luchas masivas. Sólo las luchas masivas logran frenar la represión del enemigo.
¿Cómo es la organización de un campamento del Movimiento Sin Tierra? La organización de un campamento es la forma masiva de organizar a la gente en la toma de un latifundio o de organizar el campamento en la orilla de una ruta. Al interior de un campamento, la organización sigue los principios que ya describí para todo el movimiento. Todo es organizado en comisiones. En el caso del campamento aumenta el número de comisiones, pues hay muchos problemas concretos, como alimentación, entonces se crean comisiones que se responsabilizan por la comida, el problema de la seguridad, de trabajo, de salud, etc..
¿Cuáles son los planes de educación y salud que impulsan en los campamentos y en el Movimiento Sin Tierra? Tenemos dentro del movimiento un sector de educación que cuida de toda la organización de las necesidades educativas. Y en ese sector se desarrollan muchas actividades. Tenemos un programa de alfabetización de adultos, con más de 500 monitores, que tienen turnos de 25 a 40 alumnos. Tenemos la preparación y articulación de los maestros primarios, que actúan en más de 900 escuelas primarias que funcionan dentro de los asentamientos. Hemos logrado instalar en algunos campamentos escuelas itinerantes, que siguen los cambios de local que los campamentos hacen en sus luchas. Tenemos también tres escuelas de formación formal de maestros y de técnicos de administración cooperativista. Y en este año empezamos tres cursos superiores en convenios con Universidades, dos cursos de Pedagogía, y un curso de Administración cooperativista, para que se pueda tener formación superior. Por todo esa labor es que incluso hemos recibido un premio de la UNICEF por nuestro trabajo educativo.
¿Qué niveles de colaboración tienen en este momento con el movimiento obrero, con los movimientos populares, y con las fuerzas políticas de la izquierda? Tenemos muchas formas de articulación con otras fuerzas del movimiento popular y sindical. Pero los más práctico de esa articulación ocurre cuando organizamos actividades de luchas comunes. En este momento estamos articulados con amplios sectores en un movimiento que llamamos «Consulta Popular», para llevar en todas las bases posibles la discusión de un proyecto popular para el Brasil. También estamos articulados con los movimientos populares y la iglesia progresista, para lo que llamamos el «Grito de los Excluidos», en el que todos los años el día 7 de septiembre, día de la Patria, organizamos manifestaciones populares masivas, ocupando un espacio que antes era monopolio de las fuerzas armadas. Y hay también otros niveles de articulación con la Central Única de Trabajadores (CUT).
¿Cómo es el concepto con el que realizan la formación política de sus cuadros? El concepto básico es de que la formación política sólo es posible cuando mezclamos teoría con práctica. Sólo teoría no forma a nadie. Así como sólo el activismo no forma a nadie. Por otro lado creemos que la formación es un proceso permanente, que incluso en las actividades de formación teórica, necesita de un período largo. Infelizmente se han desarrollado en los movimientos populares ideas errónea, de seminarios o talleres de dos, tres días, como si fuesen formación política. Esto no forma a nadie. Es un autoengaño. La formación teórica necesita estar organizada en períodos largos, para que se cree la disciplina del estudio, y que la misma organización del curso, sea formativa para los alumnos.
¿Qué definiciones ideológicas tiene el Movimiento Sin Tierra? Nuestro movimiento es muy plural ideológicamente. Como resultado de nuestro propio nacimiento y de la forma de trabajar. Nosotros partimos de la necesidad de aprovechar el conocimiento, la teoría que todos los grandes luchadores y pensadores del pueblo brasileño ya han desarrollado. Tenemos grandes pensadores que sistematizaron los conocimientos de nuestra realidad y de las luchas de nuestro pueblo, como fueron: Caio Prado Junior, Celso Furtado, Josué de Castro, Darcy Ribeiro, Florestan Fernandes, entre otros. Por eso procuramos estudiar y conocer su pensamiento. De la misma forma, a nivel internacional, buscamos de manera plural a todos los grandes pensadores y luchadores de la clase trabajadora. Y procuramos aprender con cada uno de ellos, sin una admiración ciega, o la reproducción doctrinaria de sus enseñanzas, sino siempre intentando aprender lo que es universal, lo que es útil para la clase trabajadora brasileña. Por eso tenemos como referencia ideológica a todos ellos: Marx, Engels, Lenin, Mao, Mandela, Che Guevara, Lumumba, Mariátegui, José Martí, Gramsci, y tantos otros luchadores.
¿Cuál es la posición del MST sobre el tema del Mercosur? El Mercosur fue una necesidad para el desarrollo del capital en nuestra región. Sectores de las burguesías nacionales y sobre todo el capital trasnacional se están beneficiando de esos mecanismos de liberación del comercio. Las élites nacionales están haciendo propaganda, como si el Mercosur fuese decisivo para el desarrollo. Es una ilusión. El comercio exterior de los países pesa muy poco. Aún para Estados Unidos y Japón no alcanza al diez por ciento. Nosotros estamos preocupados en discutir un proyecto popular para el Brasil que se preocupe de la organización de la economía para las necesidades del pueblo. Los mecanismos de liberación del comercio interesan solamente a quienes ganan dinero con el comercio. El comercio exterior debe estar subordinado a los intereses de los pueblos. Y eso no es el caso ni del Mercosur, ni del Nafta, y mucho menos será el ALCA que interesa solamente a las empresas norteamericanas.
¿Cuáles son los ejes políticos del proyecto nacional que impulsa el MST? ¿Cómo es la metodología de su debate y en qué momento de su construcción se encuentra? Nuestra concepción de un proyecto popular está basada en tres características complementarias. Primero que necesitamos una elaboración teórica que analice científicamente nuestra realidad, y que localice cuáles son los verdaderos problemas que nuestra sociedad tiene. Segundo, es necesario construir alternativas, soluciones para esos problemas, y presentarlos con la forma de banderas de lucha, de símbolos, en un esfuerzo de pedagogía de masas, para que el pueblo entienda, agarre las ideas, y luche por ellas. Y tercero, es necesario desarrollar siempre luchas de masas, que son las que pueden vincular las conquistas inmediatas con el proyecto. Pueden concientizar a las masas y alterar la correlación de fuerzas. Por eso estamos trabajando con la militancia, con nuestra base, con todas las organizaciones, para acumular en esos tres aspectos complementarios. La metodología para ir construyendo el proyecto es muy sencilla. Cada quien en su organización popular, sindical, partidaria, lleva adelante acciones que pueden seguir desarrollando esos tres aspectos. Con el pueblo, seguimos el debate, sobre la base de tres cuestiones: ¿cuáles son los verdaderos problemas de nuestro pueblo y sus causas?, ¿cuáles son las salidas para esos problemas? Y ¿cómo nos vamos a organizar para enfrentarlos? En los próximos meses haremos columnas con cien, doscientos militantes en todos los estados del país, que recorrerán durante dos meses, centenares de ciudades para realizar esos debates.
¿Qué tipo de coordinaciones tiene o propone el MST en el plano internacional? El MST siempre valorizó la integración con el movimiento campesino de Latinoamérica. Esa es nuestra prioridad. Hemos ampliado también el espacio para el movimiento campesino del tercer mundo. Desde el principio valoramos el intercambio, para poder aprender con ellos. De ese trabajo hemos construido colectivamente con todos los compañeros de Latinoamérica, el CLOC (Congreso Latinoamericano de Organizaciones del Campo), que logró superar las diferencias ideológicas y construimos un instrumento unitario que reúne las principales organizaciones campesinas de todos los países de Latinoamérica. La secretaría operativa funciona actualmente en Nicaragua. Pero la articulación no es burocrática, ni basada en instancias de poder. Eso sólo crearía más «dirigentes amarillos» o «pelegos» como decimos nosotros. La articulación debe ser sobre la base de acciones concretas, sea de masas, sea de formación. De algunos años para acá hemos logrado construir la Vía Campesina, que es una articulación a nivel internacional, que ya reúne 87 organizaciones de todos los continentes. Por otro lado acompañamos como observadores las actividades que desarrolla el Foro de São Paulo, como un espacio de la izquierda en general.
¿Cuáles son las dificultades principales que encuentran en su lucha?
Bien, el Movimiento Sin Tierra enfrenta diversos retos, desafíos que forman parte de nuestra lucha permanente. Tenemos una preocupación por llevar adelante el debate con toda la sociedad alrededor del proyecto popular para el Brasil, porque la Reforma Agraria no tiene ninguna posibilidad con el proyecto neoliberal de las élites. Por eso la Reforma Agraria depende del avance de los cambios generales en nuestro país. Tenemos el desafío de hacer acciones que involucren a la sociedad. Es necesario desarrollar cada vez más actividades masivas en la sociedad. Tenemos el reto de desarrollar y propagandizar cada vez más los valores éticos de una sociedad más justa, fundamentados en la solidaridad, en la justicia social. Y tenemos también diversos desafíos relacionados con nuestra organicidad interna, del movimiento. Como es la necesidad de hacer tomas de tierras cada vez más masivas, de priorizar la formación política de nuestra militancia y seguir organizando la producción en los asentamientos.
¿Cuál es el cambio fundamental que tiene, en este momento, el gobierno de Lula? El gobierno de Lula fue electo para hacer cambios. El pueblo lo votó a él como una forma de protestar contra el neoliberalismo. Sin embargo, resultó un gobierno de compromisos con sectores neoliberales brasileños. Un gobierno de composición. Y por eso se ha cauterizado, a lo largo de los 3 ½ años como un gobierno de disputa en primer lugar. Después, de tensiones. Y ahora, como un gobierno que asumió la política económica neoliberal. Porque Lula a defendido públicamente varias veces que esa política es suya y que no va a cambiar. Entonces, nosotros esperamos que en el proceso de este año haya manifestaciones de la gente, de las organizaciones, de los movimientos, para que se produzca un proceso de presión por cambios en la política económica. Porque con esta política no es posible avanzar en ninguna conquista social.
En este contexto, ¿qué significa el pago de la deuda externa, la deuda con el FMI? Primero, es una tontería, desde el punto de vista de la contabilidad nacional. Porque era una deuda que vencería en sólo 24 meses. Entonces, el gobierno podría utilizar esos recursos para hacer inversiones en el país, para aplicar en educación, o en cualquier cosa; y en Brasil fue mucha plata, fueron casi 15.000 millones de dólares de pago al FMI. Segundo, que el gobierno quiso hacer eso como un hecho de propaganda, como que su política económica estaba consolidada. Pero eso fue una tontería, porque al mismo tiempo, a la otra semana, el gobierno necesitó dólares, y tuvo que lanzar bonos del tesoro nacional, pagando una tasa de interés del 17 % anual. Mientras que en la deuda con el FMI estaba pagando sólo el 5 % anual. Entonces, es una tontería, porque pagas una deuda que tenía incluso una tasa de interés menor. Y es por eso que los movimientos nos hemos manifestado en contra de eso. Hubiera sido más importante usar esos 30.000 millones de reales para tratar de saldar la deuda social que viene acumulándose a lo largo de las dictaduras y con estos 15 años de neoliberalismo en Brasil.
El triunfo de Lula, en su momento, tuvo que ver con una acumulación de muchos años del movimiento popular, y en particular de las organizaciones sociales. ¿Qué balance hacen a esta altura, de los logros y de las dificultades, desde el punto de vista de los intereses de estos movimientos? La victoria de Lula, y luego su gobierno, representó el cierre de un ciclo histórico. De una izquierda que luchó por la redemocratización, derribó a la dictadura militar, pero a la vez siguió 20 años con una única estrategia: sólo acumular en el plano electoral institucional. Lula encierra esa estrategia. Ahora la gente entró en crisis, precisamente porque la izquierda no logró acumular fuerza en los otros campos: de la organización social, del proyecto, de la ideología, de influencia ideológica en la sociedad -incluso. Entonces, la izquierda en Brasil está como confusa.
Pero, por suerte, el gobierno de Lula tampoco representó un proyecto alternativo para las clases dominantes. Entonces, sigue también teniendo contradicciones con la clase dominante. Y eso nos hace reflexionar en que de aquí en adelante es necesario poner nuestras energías para recomenzar un nuevo período histórico de acumulación de fuerzas, que no tenga en las elecciones su prioridad estratégica. Que trate, en cambio, de acumular fuerzas en el partido, en los movimientos sociales, en la lucha social. Que trate de barrer el neoliberalismo con la lucha de masas, de formar cuadros para un largo período de acumulación, pero que buscará cambios estructurales en nuestro país.
¿Cuáles son las dificultades principales con que se encuentra la izquierda y los movimientos populares brasileños, para esta nueva etapa de acumulación de fuerzas? Y también cuáles son sus potencialidades. Las dificultades principales son que nosotros todavía estamos en un período de reflujo del movimiento de masas. Estamos con dificultades porque la izquierda no tiene unidad entre sí, alrededor de un nuevo proyecto. O sea, hay que construir esta unidad que resultaría de un gran debate. Y tenemos dificultades, porque como en estos últimos 15 años la estrategia fue electoral institucional, la mayoría de los militantes y cuadros se fueron para eso, y ahí fueron absorbidos para la máquina administrativa, o fueron cooptados ideológicamente por la ilusión de estar en el gobierno y de poder hacer algo.
Pero nosotros, en el movimiento social, estamos por otra parte optimistas. Porque ya estamos, en nuestra opinión, llegando al final de ese período histórico, sea de la estrategia, sea del reflujo del movimiento de masas. Porque en rigor, la continuidad del modelo neoliberal, que Lula no tuvo fuerza ni proyecto para contraponerse, no solamente no resolvió los problemas del pueblo –de trabajo, sueldo, tierra, vivienda, educación-, sino que los problemas sociales se agravaron. Eso lleva a una contradicción positiva, que hay una tensión permanente en el medio del pueblo, de querer cambios. Y a la vez, todas las encuestas demuestran que el pueblo no cree más en esta forma de políticos, no cree en los políticos brasileños.
Entonces, nosotros creemos que es posible en los próximos años, generar un nuevo movimiento de masas que tenga otra agenda, que enfrente al neoliberalismo, y que logre acumular para un proyecto histórico de liberación. Por ese camino es que vamos andando. La crisis es grave, pero ya sabemos cual es la salida. Sólo que tenemos que tener un poquito de paciencia histórica porque ingresaremos a un largo período de acumulación de fuerzas, y es en eso en lo que estamos trabajando.
|