Claudia Korol - Usos y abusos de la memoria. 24 de marzo del 2007 | ![]() |
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Hay quienes pretenden acorralar la memoria hasta domesticarla. Que mire hacia atrás, pero que no miré más atrás... ni tampoco mire hacia el presente. Que duela los desaparecidos y que desaparezca sus sueños, o los licúe –que es una manera de desaparecerlos-. Que los disuelva en ilusiones light de mejoras cosméticas de la dominación. Hay quienes secuestran la memoria en despachos del poder. Hay quienes negocian la memoria, vendiendo gato por liebre y antimperialismo por el pago puntual al FMI. Hay quienes trampean la memoria. Son los campeones de los derechos humanos, que no llegan al recinto del Parlamento para derogar los indultos... porque preparan discursos repetidos de memoria, hasta gastarlos. Hay quienes depositan la memoria a plazo fijo. Quienes dicen: hasta aquí llegamos. Más de aquí ya no rinde como esperamos. Hay quienes recortan la memoria hasta volverla inofensiva. Memoria transgénica, incapaz de fertilizar la tierra regada por quienes jamás hubieran aceptado llamar a su utopía "capitalismo serio". Hay quienes colocan la memoria en el florero, para decorar las ambiciones personales y disimular sus sistemáticas corrupciones. Pero también está la otra memoria, la que no se doblega, la que no se enajena en los sillones de los despachos oficiales. La memoria que considera que la única manera de aparecer a los desaparecidos, es continuar la lucha por la libertad. Es multiplicar las batallas por el trabajo, por el salario, por la educación, por la salud, por la vivienda, por poner fin a la impunidad, por el aborto legal, por la justicia, por eliminar la violencia contra la mujer, por la tierra, por el agua, por los bienes de la naturaleza, por la vida. Es la memoria que nombra a las utopías con los nombres de las emancipaciones que nos faltan. La emancipación frente a la explotación capitalista, la nombra como socialismo. La emancipación frente a la dominación patriarcal, la nombra como feminismo. La emancipación frente a la opresión de las culturas originarias de nuestros pueblos, la nombre como identidad. La emancipación frente a la destrucción de la naturaleza y de la humanidad, la nombra como antiimperialismo. La emancipación de los lazos que reproducen la obediencia, que disciplinan los cuerpos y los sentimientos, que domestican las pasiones hasta desaparecerlas, sigue nombrándola como revolución. Es la revolución que hace de la vida cotidiana, el lugar privilegiado de la rebeldía. Es la revolución de tomar el día a día por asalto. Es la revolución que amasa al mismo tiempo resistencias y proyectos, poesía y actos. Es la que se levanta de todas las derrotas, y se sienta a coser los jirones de las banderas desgarradas. No para guardarlas en un museo de memorias inmaculadas, sino para volver con ellas nuevamente a la batalla. |
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