Documento a 7 años de la Masacre de Cromagnon | ![]() |
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Documento Familiares De Cromagnón A 7 Años.
La juventud tiene que crear; no, morir.
Hace ya siete años, una noche de diciembre, miles de jóvenes se preparaban para la fiesta y la alegría, compartiendo la mística de su banda de rock.
Hace ya 7años, del otro lado de la calle, seres ¿humanos? inescrupulosos vendían al menos 4 veces más entradas de las que permitía la capacidad de un local habilitado para algo más de mil personas, y publicitado por sus dueños –escondidos tras empresas off shore- como para 5000.
Hace ya 7 años, seres ¿humanos? corruptos y con poder de decisión, ponían al frente de órganos encargados de cuidar a la población, a amigos ineficaces y corruptos. La coima corría entre funcionarios, empresarios y policías.
Hace ya 7 años, seres ¿humanos? necrofílicos, interesados más en los negocios a toda costa que en la vida, cerraban un lugar con candado para evitar que alguien se colara sin pagar entrada; señalizaban mal las puertas de emergencia, tenían matafuegos vencidos, colocaban medias sombras tóxicas, apagaban luces, escapaban con la recaudación y generaban condiciones para la muerte.
Una noche espantosa de hace ya 7 años, miles de jóvenes desesperados intentaban huir de un destino que pudo evitarse; también entraban a rescatar a amigos y desconocidos, al tiempo que escapaban de la represión policial e interpelaban el accionar de las autoridades encargadas de cuidarlos. El desastroso operativo de “emergencia” estuvo dirigido a lavar la cara de Aníbal Ibarra y sus secuaces, los empresarios de la noche y los funcionarios, no a salvar víctimas; por ello fallecieron un 40% más de jóvenes. El promedio de edad de los 194 chicos que murieron en Cromañon es de 22 años. ¿Qué clase de futuro prometido podemos construir en un país que mata sistemáticamente a su juventud? La masacre dejó claro que los jóvenes están en peligro y que la vida misma se halla tan precarizada como la educación o el trabajo. Los sucesos del 30 de diciembre simbolizan un fuerte proceso de desamparo social, que no es el dolor de 194 familias, sino el dolor de todos y todas.
Desde esa noche, familiares, sobrevivientes y amigos nos encontramos sin nuestros chicos, y con los responsables de tanta muerte caminando por la ciudad. Atinamos a juntarnos, en espacios de lucha, denuncia y reclamo. Peleando una y otra vez para llevar ante los tribunales a los responsables de la muerte, e intentando desnudar la trama de complicidades que la provocaron.
Levantándonos de nuestras propias cenizas, entendimos que las autoridades del gobierno de la ciudad debían rendir cuentas del desastre. Ante esto, el poder político reaccionó corporativamente acusándonos de golpistas, por apoyar una institución como el Juicio Político, instaurada justamente para juzgar el mal accionar de un gobernante. Dijimos en ese momento: no hay Chabanes sin Ibarras. No hay poder empresarial negligente y voraz sin complicidad política corrupta.
En lugar de poder llorar a los nuestros, debimos salir a la calle una y otra vez, denunciar el hecho como un ataque más general hacia los jóvenes, es decir el futuro de nuestro país; también como un acontecimiento que interpela a los gobiernos auto proclamados como de los derechos humanos.
Por decisión del poder político, en complicidad con gran parte de una prensa hostil a las luchas, se reflotaron viejos argumentos utilizados por la dictadura: por algo será, algo habrán hecho, los padres no los cuidaron, había una guardería, estaban alcoholizados… no importa si ningún elemento de la investigación refrendaba aquellos dichos, lo fundamental era convertir a las víctimas en victimarios para quitar legitimidad a nuestra lucha y lograr que los malos de este cuento quedaran impunes.
Debimos también tolerar las acusaciones de un falso progresismo que utiliza la bandera de los derechos humanos pero poco tiene para decir frente a Cromañón, el gatillo fácil, las muertes jóvenes por maltrato institucional, los derrumbes, la situación de una ciudad en la que se torna difícil vivir.
Impulsamos un Juicio Penal que finalmente no fue público, sino que se realizó a puertas cerradas y sin la participación de la población. Sin embargo puso en evidencia las múltiples responsabilidades concurrentes para provocar las muertes jóvenes. Entramados políticos corruptos, ganancia a toda costa, lavado de cara del poder, encubrimientos; bomberos que no salvan vidas y policías interesados en la represión y en las coimas. La realidad que se abrió ante nuestros ojos, investigando y luchando, fue peor aún de lo que parecía el 30 de diciembre de 2004.
El juicio penal fue desgastante; sin embargo, produjo como un hecho histórico, la condena por delitos graves, a altos funcionarios del gobierno de la Ciudad: Fabiana Fiszbin, Gustavo Torres, Ana María Fernández. Condena que, actualmente, junto a la de Chabán y los músicos-empresarios, espera su dictamen definitivo. De más de 80 funcionarios implicados por la llamada justicia primariamente, quedan sólo 3 condenados. ¿Qué más necesitamos para decir que existe impunidad en democracia?
A 7 años de la masacre de Cromañón, nos pronunciamos por la memoria, la verdad y la justicia. La historia de terror no se ha cerrado, no solamente porque ninguno de los responsables está preso, sino porque no se han corregido ninguna de las situaciones que provocaron Cromañón. Por el contrario, nuevos nombres se incorporan a la lista de impunidad y llega a ser difícil recordarlos todos. Julio López, Luciano Arruga y tantos otros así lo atestiguan.
Nosotras y nosotros sentimos un odio intransigente ante la injusticia humana. Se lo decimos a los Ibarras, a los Chabanes, a los Levys y los López, a los que lucran, a los que encubren, a los cómplices. Repudiamos al gobierno de la Ciudad por continuar y profundizar las políticas de criminalización de los jóvenes. Repudiamos el silencio y encubrimiento del Gobierno Nacional, que ha permitido nuevos artilugios electorales del impresentable Aníbal Ibarra.
En esta historia con final abierto, nos hemos encontrado con otros seres dolientes y que luchan por memoria, por verdad, por justicia. Entendiendo la continuidad de los crímenes de la dictadura dentro de una democracia sin duda imperfecta. Aportando a la lucha, no solamente en el plano jurídico, que resulta también empapado de corrupción, sino en el de la condena pública y social hacia los responsables. Está claro que en la compleja trama de impunidad, quienes salen más beneficiados son los poderosos. Dentro del poder judicial, está impunidad se da tanto por sobreseimiento, como fue el caso del máximo responsable político de la masacre, Aníbal Ibarra, sino también por prescripción, es decir el dejar “caer” el proceso para que prescriba y no llegue nunca el castigo.
En esta historia de terror, y recordando a nuestras víctimas, pero también luchando por los que vendrán, encaramos un nuevo año de lucha. Queda por delante el reclamo para que se expidan tanto Casación como la Corte suprema para que finalmente algunos de los responsables cumplan efectivamente las penas impuestas.
Queda por delante el segundo juicio Cromañón que implica entre otros, a dos peces gordos de los negocios sucios y de la corporación política: Rafael Levy y Juan Carlos López.
El empresario Rafael Levy representa lo peor de lo peor dentro de los negociantes de la vida. Conjuga en su haber, el ser el verdadero dueño de República de Cromañón, de las canchas de fútbol clandestinas en el techo; del Hotel Central Park, de Textirama o la Saladita; de talleres clandestinos y del hotel Quatro Cat´s donde se ejerce la prostitución y la trata de personas.
Rafael Levy, tras la masacre de Cromañón continúa con sus negocios ilícitos en la misma manzana de la que es propietario. Familiares y trabajadores denunciamos el taller textil que tenía debajo del subsuelo de Cromañón y que siguió activo hasta cinco meses después de suceder la tragedia, y en estos días realizamos presentaciones tanto jurídicas como escraches frente a su reabierto prostíbulo sobre Rivadavia y Ecuador. Levy y su socio Vengrover, saben actuar sin dejar huellas. Se esconden tras sellos de goma como lo son CAECSA, National Uranums Corporation, Nueva Zarelux, Financiera Rucas S.A., etc. Empresas representadas por testaferros, muchas de ellas con sede en el exterior. Levy está imputado por el mismo delito que Chabán: estrago doloso seguido de muerte, en concurso efectivo con cohecho activo, es decir, coimas.
Juan Carlos López, ex Secretario de Justicia y Seguridad Urbana durante el gobierno de Ibarra, es además su concuñado y esa fue su “credencial de idoneidad” al momento de nombrarlo. Fue quien durante el Juicio Político a Ibarra, para preservar a su jefe, asumió la responsabilidad de los hechos. Es el responsable del descontrol absoluto en el área de inspección de las actividades comerciales que permitió que un local como Cromañón fuera habilitado y funcionara como polvorín de peligro permanente. López violó el deber de cuidado que le era exigido por su alto rango. Es inherente a dicho deber el estado de alerta permanente, de disposición para procesar cualquier advertencia –y hubo muchas y explícitas- sobre situaciones de riesgo que puedan desembocar en peligros concretos. Fue el jefe de la actualmente condenada Fabiana Fiszbin y por tanto, su responsabilidad es mayor. Está imputado por el delito de homicidio simple
Otros procesados en este segundo Juicio que exigimos comience en el 2012 son el ex Subsecretario de Seguridad Enrique Carelli y el ex Director General de Servicios de Seguridad Privada Vicente Rizzo; y Gabriel Sevald, comisario de la Policía Federal, a cargo de la Comisaría 7ª en reemplazo de su antecesor Miguel Ángel Belay.
En esta historia de terror, los protagonistas que deben ser desagraviados son los 194 chicos que ya no están; los sobrevivientes, afectados de por vida, los familiares y amigos, los familiares que no resistieron tanta impunidad; y el pueblo todo frente a los poderosos. Esta historia de terror tiene final abierto que depende de nuestra capacidad de no olvidar, de siempre resistir.
Todavía soñamos; todavía nos indignamos; todavía no bajamos los brazos; todavía caminamos apostando a la memoria, la verdad y la justicia, apostando a la unión con otras victimas de impunidad. No elegimos vivir sin ellos, pero sí elegimos vivir honrando sus vidas.
Merecer la vida no es callar ni consentir/ Tantas injusticias repetidas!
En la indignación y la sana rabia, exigimos:
NO A IBARRA EN CARGOS PÚBLICOS.
NO A LA PRESCRIPCIÓN DE LAS PENAS A FUNCIONARIOS PÚBLICOS ANTE DELITOS GRAVES COMETIDOS CONTRA LA CIUDADANÍA.
ESCLARECIMIENTO DE TODOS LOS CASOS DE IMPUNIDAD Y CÁRCEL A LOS RESPONSABLES.
QUE SE EXPIDA URGENTEMENTE CASACIÓN Y LA CORTE SUPREMA /CÁRCEL EFECTIVA A LOS RESPONSABLES DE LA MASACRE
QUE COMIENCE YA EL JUICIO CONTRA EL ALTO FUNCIONARIO LÓPEZ Y EL EMPRESARIO DE LA NOCHE LEVY
Los Chicos de Cromañón presentes!
Ahora y Siempre!
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